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martes, 15 de diciembre de 2009

El Barrio: una pieza clave de proximidad y cohesión social para la inversión publica

Durante los últimos tres años el Ministerio de Vivienda y Urbanismo como parte de los compromisos presidenciales ha iniciado el desarrollo de un proceso de innovación en sus políticas públicas, donde paulatinamente cambia el foco de las políticas de vivienda y desarrollo urbano, hacia una visión más compleja e integrada de un “nuevo sujeto” de intervención publica -el barrio y la ciudad, la comunidad y el territorio.

Que durante este otoño celebremos el mes del barrio es un salto cualitativo. Fruto del avance y solidez experimentada por el país en estos últimos 20 años, y el resultado de la experiencia acumulada en los últimos 50 años de políticas habitacionales y urbanas. Que han logrado disminuir exitosamente el déficit habitacional de un gran numero de familias. Este aprendizaje es el resultado de una política de Estado de amplio consenso entre el sector publico y privados, centros académicos y la sociedad civil organizada en su conjunto, haciendo realidad la aspiración de la casa propia.

El circulo virtuoso que se constituye en una industria inmobiliaria eficiente que hace un propietario de cada familia como respaldo al patrimonio de ese hogar es fundamental. Sostener este objetivo para terminar con algunos de los déficit existentes es algo a no perder de vista mientras seguimos avanzando. Ya que ha generado, no solo mecanismos y políticas habitacionales de efecto masivo, sino además, una industria de producción inmobiliaria de vital importancia.

Sin embargo es preciso aclarar, que ello a cumplido un ciclo cuyas virtudes comienzan a resultar incomodas y -mucha de las veces- completamente contraproducentes, afectando la calidad de vida de todos, cancelando las capacidades de desarrollo integrado de nuestras familias en los lugares donde se emplazan y entorpeciendo el potencial de desarrollo de esos territorios.

Claramente es el momento de un cambio de paradigma del subsidio público, ahorro familiar y préstamo bancario, con el objetivo individual de una casa propia y la creación de un mercado inmobiliario de grandes cifras y consumo extensivo de suelo urbano. Antes disponible, hoy escaso, además de que se deteriora a una gran velocidad aumentando las brechas de inequidad social disminuyendo su valor de mercado, convirtiéndolo muchas veces en una carga.

Por otro que se haga cargo de la escasez y sustentabilidad del suelo urbano; la integración y convivencia de la comunidad en un barrio o ciudad; y la cohesión territorial mínima de nuestras ciudades para una mejor competitividad de nuestro proyecto de desarrollo.

El barrio como unidad de intervención o sujeto de actuación publica, implica y permite mejorar la proximidad de los servicios y políticas publicas, al mismo tiempo que fortalece la sociedad civil, garantiza una inversión publica inteligente para el desarrollo económico más integrador, en un contexto de modernización y globalización cada vez mas frágil e incierto.

Resta por saber, si podremos dotar este esfuerzo de los consensos suficientes para su institucionalización en una política de regeneración urbana consistente; si seremos capaces de innovar sobre los mecanismos de inversión publica que acompañen este proceso con obras concretas; si lograremos integrar la multiplicidad de dimensiones que implican el desarrollo armónico de nuestro barrios y ciudades; y si seremos capaces de crear una industria capaz de convertir estos pilares en un circulo económico virtuoso donde la clave sea el barrio y la ciudad, la comunidad y el territorio componentes de nuestra identidad y principales riquezas.

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